Illya | ID

Una mujer alta y delgada, midiendo 1,70 y pesando 56 kg. De facciones finas y rostro delgado, ni una sola arruga escapa de su perfecta piel. A pesar de sus 28 años aparenta ser una joven de entre 16 y 22 gracias a su raza, una hermosa mujer a ojos de cualquier humano.
Posee un largo cabello rubio, brillante y algo enceguecedor, del mismo color del sol y tan radiante como este, acompañado del flequillo que da un toque elegante a su aspecto. Ojos azules y piel pálida se complementan con su nariz respingada y labios finos, rojos como el carmín. En conjunto, tiene la apariencia de una mujer caucásica.
Sus vestimentas son variadas para pasar desapercibido entre humanos, ha dejado atrás todos los conjuntos elegantes que le caracterizaban en su planeta y ha logrado adaptarse a la moda terrestre, con resultados moderadamente positivos pues aún disfruta de usar adornos llamativos que delatan sus raíces reales.

Es una manifestación del kitsune sellado en su interior, que requiere poca energía y puede controlar con facilidad. Una transformación sencilla que le sirve únicamente en sus jugarretas y bromas pesadas.
En esta forma, Illya adopta un tamaño mucho menor al de un humano, y ligeramente mayor al de un gato promedio. Se cubre de un pelaje color crema y adornado con líneas negras en sus dos colas, además de patas y orejas negras. Alrededor del cuello se marca un esponjoso pelaje y, entre sus ojos rojos, un rombo negro y alargado adorna su frente.

Es la manifestación más poderosa del kitsune que mantiene sellado en su interior. Liberarlo es un proceso sencillo, controlarlo requiere de energía y concentración que solo a través de los años y su arduo entrenamiento ha conseguido. En esta transformación, Illya recibe un pelaje claro de color crema, esponjoso y largo, además de sus características nueve colas que caen con elegancia hasta el piso. Sus ojos se tornan de color rojo y desde su cabeza fluyen mechones del suave pelaje que la cubre. Sus extremidades se fortalecen y de sus patas se asoman filosas garras que podrían cortar piel con suma facilidad. Sus características más feroces se acentúan con el aumento de tamaño, midiendo 7 pies de alto, poco más de dos metros.

A primera vista es una joven refinada, femenina y educada, cordial en su trato con desconocidos. Sus raices reales le han obligado a comportarse como toda una dama para causar una buena primera impresión, pero sus vivencias han sacado a flote un lado oscuro que ni ella misma conocía.
A pesar de ser una mujer madura y educada, dentro de ella se esconde una sádica manipuladora que hará lo que sea con tal de lograr sus objetivos. 
No suele perder la compostura ni en un combate, pero si lo logras... ¡Cuidado! en un abrir y cerrar de ojos estarás entre sus garras sufriendo las consecuencias de haber provocado a tan hermosa criatura.

Sus responsabilidades como madre la han obligado a madurar prematuramente, nada fuera de lo común en su planeta, pero que a lo largo del tiempo han hecho de Illya una mujer preocupada por sus cercanos y estricta con su hija, desde siempre mantuvo con ella un trato cercano aunque firme, con tal de motivarla a continuar con su entrenamiento y evitar las distracciones.

Desde la conquista de su planeta ha desarrollado un odio profundo hacia los saiyajin, jurándose a si misma acabar con cualquiera que encontrase, y lo hará sin pensárselo dos veces. Por esto ya cualquiera podría deducir cuan feroz es en combate.
Al enfrentarse a un oponente intenta mantener la compostura, cualquier falla en su carácter tranquilo liberará su lado más cruel y le hará perder el control de la situación. En este sentido es su carácter una de sus mayores debilidades. 
Adoptar su forma felina hace a Illya sentirse como una niña pequeña, recordando esos tiernos días donde solía jugar al gato y al ratón. Gracias a su dominio de la magia, puede encoger a su presa y pasar el rato cazándola. Transformarse en felino la hace sentir relajada, liberada.
Illya no suele adoptar su forma Kitsune más que en ocasiones importantes, de vida o muerte, principalmente. A estas alturas no le dificulta mantener a la criatura controlada, pero si llega a perder la compostura estando transformada en Kitsune se complican las cosas, para todos. Rara vez ha perdido el control de la criatura, pero cuando sucede tragedias abundan en el campo de batalla, la bestia toma el control e Illya pierde la conciencia.

Procedente del planeta Mandomir, misteriosa tierra en torno a la cual abundan leyendas sobre la poderosa raza de magos que ahí habitan y disputan, entre ellos, el dominio de su planeta. Nacida en el clan Busujima, respetable agrupación que albergaba a algunos de los magos más poderosos de su tierra. Desde pequeña demostró sus habilidades mágicas y el talento innato que heredó de sus progenitores, líderes del clan. En la cultura Mandomiriana era común ver parejas jóvenes y muertes a temprana edad, así sucedió con la madre de Illya, quien le dedicó sus últimas palabras a la pequeña de 2 años, deseándole prosperidad y grandeza.

Al momento de la muerte de su madre una tragedia azotó al clan Busujima, un kitsune de proporciones colosales empezó a causar estragos en las aldeas. Cada tantas generaciones una bestia mística que los pueblerinos consideraban "deidad" regresaba a reclamar las vidas de los pecadores del pueblo, y para calmar a la criatura debía ser sellada dentro de la princesa de un clan. La pequeña Illya fue objeto del ritual mediante el cual el kitsune sería sellado, y tendría que aprender a controlar. Con esta gran responsabilidad, su adiestramiento dio inicio a sus cortos 5 años.

Como princesa de uno de los mayores clanes, tuvo el lujo de crecer rodeada de atención y admiración de los mayores, volviéndose a temprana edad una niña mimada y engreída, y ganando el desprecio de las de su edad. Para consolar a la pequeña Illya, su padre y tutores le repetían que las demás sentían envidia de sus habilidades y que, si continuaba su entrenamiento, pronto sería una líder formidable.
No entraba la palabra "desobediencia" en la mente de una princesa de 9 años, así creció como una joven esforzada, llevada a las ideas impuestas por sus superiores. Perfeccionó sus habilidades mágicas e inició, por su cuenta, un entrenamiento cuerpo a cuerpo para defensa personal. A sus 14 años ya estaba totalmente capacitada para lidera el clan Busujima, aunque en el fondo deseaba poder regresar en el tiempo y tener las experiencias de la infancia que había perdido durante su prolongado entrenamiento. Afortunadamente, encontró consuelo en un joven tan solo un año mayor, portador de gran potencial para convertirse en un guerrero respetable a ojos de su padre. Había pasado por las mismas vivencias que Illya y, juntos, sentían que podrían salir adelante con el peso de todo un clan a sus espaldas.
Un año después de conocer al hombre con quien había establecido una relación seria, la joven Illya se vio obligada a tomar las riendas del clan Busujima. Su padre falleció a manos de guerreros de un clan con quien había entrado en conflicto recientemente. Murió en el frente de batalla, honorablemente.
Fue así que Illya a sus tempranos 16 años se alzó como la líder del clan Busujima que, gracias a su hábil mandato, lograría acabar con las disputas entre los clanes en tan solo un año, no sin antes dejar a su amado en el campo de batalla, quien se había ofrecido a luchar en el frente en nombre de su clan y de su reina. Falleció en las mismas condiciones que el padre de Illya.

Solo año más tarde, ya con 18 años, Illya dio a luz a su primera y única hija, evento esperado por todo el clan pues, debido a las tensiones con el único clan que permanecía en rebeldía con la paz reinante, se esperaba que la gobernante actual no durara más de 5 años en el poder. El nacimiento de su hija fue un respiro para los mandatarios, pues era el fruto de una hábil maga y un fuerte guerrero, y se esperaba que gobernara con la misma destreza que su madre. 
Las vivencias de la guerra, el inimaginable poder que albergaba en su interior. Sus obligaciones como líder del clan y la responsabilidad de encargarse de una futura bestia que, los sabios habían predicho, haría su aparición en los próximos años. Todas estas experiencias y preocupaciones habían hecho de Illya una mujer madura y corrompida, una sádica que a estas alturas haría lo más inmoral con tal de proteger a su pueblo y a su hija.
Así pues decidió iniciar el entrenamiento de su hija a corta edad, enseñándole personalmente las artes mágicas y marciales en el más alto rigor, sabiendo que su potencial era inimaginable para los maestros de Busujima.
A una muy tierna edad ocurrió lo que se venía prediciendo hace años, un dragón había llegado a purgar a los clanes. Como usualmente, se reunieron los mandatarios de cada uno a discutir la situación y, por voto popular, se decidió sellar a la bestia en la pequeña princesa de Busujima. Illya no dudó ni un momento en las capacidades de la menor y aceptó sin rechistar. Se llevó a cabo el ritual y, al ver como la pequeña recibió a la criatura con tanta naturalidad, Illya decidió endurecer su entrenamiento, esperando que lograra dominar al dragón.

La pequeña princesa del clan creció en un clima de presiones sociales y envidia de las demás, situación similar a Illya aunque no le dio demasiada importancia, tenía cosas más importantes de las que ocuparse.
Años después los sabios previeron una amenaza gigantesca, una raza alien pronto atacaría Mandomir. Nadie estaba preparado para una amenaza de tal calibre e Illya lo sabía muy bien. Pasó todo el tiempo que tenía disponible estudiando a la raza atacante, sin descuidar el entrenamiento de su hija.
La raza atacante eran saiyans, guerreros natos de fisionomía fuerte, agresivos por naturaleza. Despreciables. Con el tiempo, Illya desarrolló un odio casi natural hacia aquella raza, incluso antes de verla en persona.
Cuando llegó el esperado día, Illya tenía planeado unirse a sus guerreros a encargarse de la amenaza saiyajin. Los clanes finalmente dejaron a un lado sus silenciosas rivalidades y se unieron por una causa común, en todo el planeta se escuchaban cánticos de guerra y alabanzas a las deidades que les protegerían, los líderes se formaron y acompañaron a sus tropas a la batalla. 
Las naves enemigas descendieron, se libró una batalla de proporciones épicas donde los magos más poderosos de Mandomir se vieron en los apuros más inesperados gracias a los atacantes. La guerra fue pareja, pero los Saiyans tenían la victoria desde que iniciaron el combate. Pronto pusieron a los civiles de rodillas, fusilaron a los mandatarios y acabaron con la vida de todo aquel que haya opuesto resistencia. Frente a sí, Illya vio su mundo caer a pedazos. Todo por lo que había trabajado por años quedó en la ruina y nada podría hacer al respecto, los invasores habían tomado control del planeta. 
Con todo el dolor de su alma tomó a su hija y salió del planeta, volteando solo para ver por última vez un Mandomir destrozado a causa de una de las razas más peligrosas del universo. 
Durante el viaje por el espacio recapituló todo lo sucedido, en su mente aún quedaban fragmentos de cuerpos desangrados, guerreros poderosos que suplicaban piedad de rodillas y a todo su pueblo sufriendo quien sabe cuantas torturas de parte de los saiyans. No sucumbir ante la locura era imposible, pero debía controlarse, aún tenía una hija de la que cuidar y no permitiría que nadie la dañara otra vez. Se decidió a exterminar a todo saiyan que se cruzase por su camino. "Son todos una mierda, no merecen vivir." 

Los días se sentían eternos, pero Illya se decidió a no detener su nave hasta encontrar un planeta suficientemente alejado y cuya atmosfera fuese similar, para poder darle una vida normal a su hija.
Fue así como encontraron un planeta azulado, de vasto mar y enormes extensiones de tierra, que ya albergaba a vida inteligente en él. Ese sería el planeta que las acogería el resto de su vida, la tierra.

♤Con excepción de los Saiyajins, no suele ser prejuiciosa.
♤Es diestra con la magia, aún así no se complica en combates cuerpo a cuerpo.
♤Se siente más cómoda al aire libre